En busqueda de retos (libre)

El trabajo había disminuido notablemente en Iwakagure, probablemente por la inesperada época de paz que se vivía en el mundo shinobi, haciendo que tanto las funciones del kage como la de el mismo sean más relejadas, limitándose a simples acciones que en su mayoría suponían supervisión en pro de buscar el mayor bienestar y comodidad de los nobles aldeanos que Vivían en la aldea de la que tan gratamente formaba parte. Era demasiado el tiempo libre que tenia, del cual si bien podía aprovechar para no descansar a sus anchas, había decido hacer totalmente lo contrario, enfocando sus fuerzas en lograr un mayor entrenamiento en sus habilidades como shinobi, logrando de esta manera estar preparado para cualquier posible eventualidad que surgiera. Idea compartida por el propio Tsuchikage que vio con buenos ojos su deseo de hacerse más fuerte, revelándole por ello la ubicación de un lugar donde conseguiría lograr su cometido pero a un precio elevado, llevándolo a tentar su propia vida a una posible muerte de no estar a la altura de lo que tendría que afrontar. Emocionado por esta información, más aun al suponer un verdadero reto que llevaría al límite sus habilidades, partió si más hacia el tan mencionado bosque, del cual según palabras del propio Tsuchikage podría tener la suerte de encontrar rivales de su mismo potencial, permitiéndole comprobar de primera mano si realmente era tan fuerte como creía.

Pocos días le había tomado llegar al tan ansiado bosque, sorteando más de un peligro frente a poderosas criaturas, que si bien podía decirse que eran dignas de temer y que poseían unas habilidades iguales e inclusive mayores que las mas temidas invocaciones, no suponían amenaza alguna para un shinobi como Hatori que había sido entrenado estrictamente desde muy niño, desconociendo el significado de temor alguno y más aun de darse por vencido.

- El Tsuchikage tenia razón... este lugar no se compara con nada que hubiera visto antes.

Las palabras del joven shinobi escaparon de su boca casi sin darse, contemplando por primera vez la abundante vegetación que surgía ante sus ojos, rebosando vida por doquier en los majestuosos arboles que se erguían a su paso y las incontables aves que yacían en las frondosas ramas, alzando vuelo apenas verlo al suponerlo una amenaza para su propia seguridad. Noción que no distaba mucho de la realidad, ya que poco a poco el hambre empezaba a asomar en su ser ante todo el esfuerzo hecho, teniendo por ello que abastecerse de algún tipo de alimento para calmarla y sobre todo para recuperar energías. Sin más, saca ágilmente una kunai desde uno de los tantos bolsillos de su pequeño cinturón, lanzándola velozmente hacia una de las rezagadas aves que no había alcanzado a alzar vuelo, impactándola de lleno. Un agudo cantar llego a sus oídos, revelándole la ubicación de la moribunda ave que sería su comida y por medio de la cual repondría sus fuerzas para empezar la caza de una mayor presa, un rival digno que pusiera su vida en juego.